“El Mayo” Zambada: dudas de su captura
Es un misterio la captura el jueves 25 de julio de Ismael “El Mayo” Zambada y de Joaquín Guzmán López –hijo de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” –. Frank Pérez, el abogado de Zambada, dijo que su cliente no se entregó sino que fue entregado contra su voluntad. “El Mayo” y Guzmán López volaron en una avioneta que partió del aeropuerto de Hermosillo, Sonora, a primeras horas de la mañana. Lo extraño es que al pedir autorización a las autoridades aeronáuticas para elaborar su plan de vuelo, el piloto de la aeronave no registró a los dos pasajeros. Dijo que volaría solo hacia Santa Teresa, Texas. Sin embargo, a bordo de la avioneta iban Zambada y Guzmán López, quienes al cruzar la frontera y aterrizar en suelo norteamericano fueron detenidos. El gobierno federal, a través de la Secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, dijo que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no colaboró en la operación de entrega o captura.
“Si me atrapan o me matan… nada cambia”. Así respondió Ismael El Mayo Zambada a Julio Scherer en la entrevista que este le hiciera hace trece años al líder del Cártel de Sinaloa, publicada en la edición 1744 del entonces semanario Proceso.
El capo Ismael El Mayo Zambada, uno de los líderes criminales más longevos del país, fue capturado ayer en Santa Teresa, El Paso, Texas, estaba junto con Joaquín Guzmán López –hijo de Joaquín El Chapo Guzmán– en condiciones misteriosas y plagadas de confusiones.
De acuerdo con Frank Pérez, abogado de El Mayo, su cliente no cruzó la frontera hacia Estados Unidos de forma voluntaria, como han sugerido algunos informes: “Fue llevado contra su voluntad”, dijo.
La historia de su arresto es un verdadero galimatías. Días antes de la captura arribó a México un piloto estadunidense de nombre Larry Curtis Parker; quien piloteaba una avioneta Cessna matrícula N8454Z.
Según informes oficiales, Curtis Parker estaba en territorio mexicano en calidad de visitante. Sus antecedentes indican que no es autoridad estadunidense ni es empleado de la Embajada de Estados Unidos en México.
El jueves 25 de julio, Curtis Parker solicitó autorización a las autoridades de Aeronáutica Civil y al Instituto Nacional de Migración para realizar un plan de vuelo. La avioneta que piloteaba despegaría –según el plan de vuelo– del Aeropuerto Internacional de Hermosillo, Sonora. Único tripulante: Larry Curtis Parker.
Y en efecto, la avioneta despegó ese día a las 08:05 de la mañana. Y aterrizó en Santa Teresa, El Paso, Texas, con dos pasajeros más: Ismael El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López, quienes extrañamente no estaban registrados en el plan de vuelo autorizado por las autoridades mexicanas.
“Salió uno [el piloto] y llegaron tres”, dijo Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Pública Ciudadana del Gobierno Federal al explicar la sospechosa y confusa operación que realizaron las autoridades estadunidenses para capturar a El Mayo Zambada y a Joaquín Guzmán López.
Y sobre el piloto norteamericano, añadió:
“El piloto estaba en México en calidad de visitante, no está registrado como autoridad de Estados Unidos ni trabaja para la embajada; no se tiene como piloto particular y ni siquiera tiene la calidad de emigrante, solamente es un piloto”.
En la Corte Federal de El Paso, Texas, El Mayo Zambada se declaró inocente de los cargos de narcotráfico, lavado de dinero y tráfico de armas. “Mi cliente no se entregó, fue entregado contra su voluntad”, declaró su abogado Frank Pérez.
Por lo que respecta a Guzmán López, tendrá que responder ante las autoridades norteamericanas por tráfico de diversas drogas, así como por tráfico de armas, lavado de dinero, asesinatos, secuestros, trasiego de cocaína, fentanilo, heroína y metanfetaminas.
Sin embargo, dentro de las tantas conjeturas o teorías que rodean a esta misteriosa operación entre la DEA y el FBI, la parte mexicana se desmarca del proceso de forma oficial, al expresar desde la presidencia que no formó parte del mismo en momento alguno. Y otro “pero” aumenta la rareza del hecho, pues se especula a través de varias fuentes –o de una que ha sido repetida por otras tantas, como ya suele suceder en este mundo de infodemia– que El Mayo ha sido entregado, traicionado, por Guzmán López.
Sinaloa: el conflicto y las divisiones
Tras la caída de Joaquín El Chapo Guzmán –actualmente purga una cadena perpetua en Estados Unidos por varios delitos relacionados con la delincuencia organizada– el Cártel de Sinaloa se dividió en cuatro bloques: uno encabezado por los hijos de Guzmán Loera (Ivan Archivaldo y José Alfredo); otro era encabezado por Aureliano Guzmán Loera, conocido como El Guano, otro más por Rafael Caro Quintero, quien fue recapturado.
Actualmente el Cártel más poderoso está dividido en dos bloques y uno de ellos lo encabezaba precisamente Ismael Zambada García, El Mayo, quien nunca había sido detenido en sus más de cuatro décadas de historia delictiva, aunque existen versiones de que durante el gobierno de Felipe Calderón fue aprehendido y liberado tras pagar un cuantioso soborno a los agentes federales. En ese tiempo la procuradora general de la República era Marisela Morales.
Con la captura de El Mayo Zambada se pueden agudizar aún más las disputas internas en el Cártel de Sinaloa, pues los hijos de El Chapo, están peleados a muerte con su tío, El Guano, quien pretende apoderarse del control de la organización criminal.
Ya sin la presencia de Zambada García, “Los Chapitos” parecen ser los herederos del imperio criminal que fundó su padre junto con Zambada García y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, de quien se afirma que murió, pero ninguna autoridad, extrañamente, ha confirmado su muerte.
El Mayo: historia de un criminal
Ismael Zambada parecía ser un capo invisible. Nadie lo veía, nadie lo persiguía a pesar de que el gobierno de Estados Unidos ofrecía quince millones de dólares por su cabeza, la recompensa más alta que se ha establecido para localizar a un criminal de altos vuelos, como lo es el jefe máximo del Cártel de Sinaloa. Igual suma se ofrece por la cabeza de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, jefe del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Sobreviviente de mil batallas, Zambada tiene 76 años y a lo largo de su carrera criminal ha militado en al menos tres cárteles: el de Guadalajara, cuando este grupo era dirigido por Miguel Ángel Félix Gallardo, allá por los años setenta; el de Juárez, cuando esta organización era comandada por su compadre Amado Carrillo Fuentes hasta 1997 y, por último, en el Cártel de Sinaloa, grupo criminal al que llegó tras la espectacular fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en enero de 2001, cuando cruzó seis controles internos de seguridad y burló todo escondido entre ropa sucia y con la ayuda de un empleado de la cárcel.
Desde aquellos años nadie molestaba a El Mayo en su natal Sinaloa. Estaba dedicado el tráfico de drogas, fentanilo entre ellas, y contaba con ranchos donde él y su familia producen ganado, leche, carne y quesos de los mejores. Solía moverse con absoluta libertad por las calles de Culiacán y hasta se daba el lujo de acudir a restaurantes y hacer sobremesa acompañado de amigos y socios.
Todo esto ocurría a pesar de que las autoridades mexicanas y norteamericanas aseguraban seguirle los pasos al jefe del Cártel de Sinaloa, el más longevo, quien llevaba cincuenta años gozando de libertad e impunidad.
Su búsqueda estuvo por un tiempo casi cancelada por parte de las autoridades mexicanas, a pesar de que la DEA aumentó la recompensa por su cabeza, cuando elevó a quince millones de dólares la misma para quien aportara información que permitiera su detención. Pero nada pasaba: el capo seguía blindado, refugiado en la sierra sinaloense.
Antes, la oferta era de cinco millones de dólares, pero al intensificarse las operaciones de búsqueda, ofrecieron diez millones más. Zambada García, quien antes de incursionar en el mundo hampa se desempeñaba como empleado de una mueblería en Culiacán, Sinaloa, es uno de los capos sobrevivientes de la llamada “vieja guardia” junto con Rafael Caro Quintero, quien retomó actividades en el narcotráfico en 2013, luego de que las autoridades judiciales lo liberaron. A principios de 2023 fue recapturado y actualmente está preso en el penal de La Palma, Estado de México, acusado del asesinato de Enrique Kiki Camarena, el agente de la DEA que fue torturado y asesinado en 1984 en un rancho de Michoacán.
En 2013, su liberación ocurrió luego de que sus abogados –seguramente con el apoyo de algunos jueces corruptos– interpusieron un recurso legal para solicitar que fuera puesto en libertad. Argumentaron que su cliente había sido juzgado, tras su detención, por una autoridad incompetente que lo acusó indebidamente del homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, a quien los miembros del Cártel de Guadalajara, poderoso entonces, asesinaron por venganza.
El alegato se centró en que la entonces Procuraduría General de la República (PGR), por ser una instancia del ámbito federal, no podía investigar ni procesar a Caro Quintero por un homicidio. Aquella argucia funcionó y el juez del caso, presuntamente sobornado por el narcotráfico, liberó al exjefe del Cártel de Guadalajara.
Después se dieron cuenta que había sido un error, que la PGR sí era autoridad competente. Entonces ordenaron su reaprehensión, pero Caro Quintero ya estaba resguardado en un escondite en el norte del país y encabezando al llamado Cártel de Caborca, actualmente bajo la conducción Gil Caro Quintero, su sobrino.
Lo mismo ocurre con Zambada García, hasta ahora jefe del Cártel de Sinaloa, quien relevó a El Chapo Guzmán tras su detención, en 2014.
De acuerdo con las denuncias interpuestas por los candidatos perdedores de la coalición PRI-PAN-PRD, El Mayo Zambada y otros miembros del Cártel de Sinaloa, como los hijos de El Chapo Guzmán, operaron en favor del partido MORENA durante la elección intermedia del 6 de junio de 2021.
Los contrincantes de MORENA le atribuyen al narcotraficante facultades de negociador; aseguran que fue el gran elector aquel 6 de junio de 2021, en la elección intermedia, para que al menos en Sinaloa, Nayarit, San Luis Potosí y Michoacán ganaran los abanderados del partido del presidente.
Las pruebas de la intervención del crimen organizado en las elecciones no las quiso recibir el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando se las ofreció el entonces gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien las puso a disposición de la Fiscalía General de la República (FGR) –que ni siquiera integró la carpeta de investigación correspondiente– y luego viajó a Estados Unidos para entregar el expediente ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
Hasta ahora nadie conoce pormenores de esas pruebas que, aseguran los denunciantes, confirman cómo el Cártel de Sinaloa operó en favor de MORENA. El propio Aureoles ha dicho que López Obrador es un “narcopresidente”, pues durante su mandato protegió los intereses del crimen organizado. Los representantes de los partidos que compitieron en alianza sí denunciaron que, días previos a la elección, fueron secuestrados decenas de representantes de casilla y miembros de los partidos opositores a MORENA. Esto, se asegura, ocurrió en Sinaloa, el feudo de El Mayo Zambada, quien por cierto vivía en esa entidad muy quitado de la pena, en la impunidad total.
Aseguraba la DEA que buscaba al jefe del Cártel de Sinaloa, pero resultaba muy extraño que nadie lo ubicara, ni la inteligencia militar tan sofisticada que, dicen, existe en México y que opera con los equipos tecnológicos más novedosos.
Lo cierto es que la política criminal de López Obrador, con base en la línea que ha trazado Estados Unidos –el que manda en estos temas– es que no se persiga a los cárteles, no se use la fuerza ni se detenga a narcotraficantes. Ahora la estrategia es bloquear zonas estratégicas, como puertos y aduanas, por donde trafican con drogas, armas y dinero. Sobre todo lo que más preocupa al gobierno norteamericano es el tráfico de fentanilo a través de los puertos. Pero algunas fuentes consultadas aseguran que de nada ha servido que los marinos ahora estén en las aduanas y puertos, pues desconocen las operaciones y todo el funcionamiento aduanero. Ahí los ganones siguen siendo los altos funcionarios a cargo de las aduanas.
Para la DEA, Ismael El Mayo Zambada siempre fue el verdadero jefe del Cártel de Sinaloa. La figura de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, era simplemente decorativa.
En esa larga historia de Zambada destaca su militancia en el Cártel de Guadalajara cuando éste era encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto. Era contemporáneo de Pablo Acosta Villarreal, El Zorro de Ojinaga, quien se suicidó en 1989 cuando iba a ser detenido por Guillermo González Calderoni, el famoso policía del gobierno de Carlos Salinas de Gortari que también detuvo a Félix Gallardo.
Más tarde, Zambada se convirtió en pieza clave del Cártel de Juárez cuando era dirigido por Rafael Aguilar Guajardo –asesinado en Cancún, Quintana Roo, en 1993– y después durante la etapa de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, quien presuntamente murió en 1997 tras someterse a una cirugía plástica y una liposucción para no ser perseguido.
Otras versiones sostienen que Carrillo Fuentes no murió: que terminó negociando con el gobierno de México y de Estados Unidos para convertirse en testigo protegido.
Muchos narcotraficantes habían caído en desgracia o habían sido asesinados, pero El Mayo Zambada seguía vigente en el negocio del tráfico de drogas. El gobierno de Estados Unidos lo consideraba, pese a su edad, un capo activo y cabeza central del Cártel de Sinaloa. Sin embargo, nadie lo molestaba ni lo persiguía.
Con esas bondades de las que ha gozado por décadas, en territorios que lo protegían, con negociaciones que incluso se desconocen sus alcances, no sólo económicos, sino políticos, no debemos desapercibir una realidad: la parte mexicana fue excluida de la operación para detenerlo. Una compleja madeja de intereses y poderes mueven a pensar más en las posibles complicidades señaladas por figuras políticas mexicanas, representantes de partidos y coaliciones, mientras MORENA se mantiene, si no en silencio, reservado y presuntamente poco expresivo por la misteriosa detención de El Mayo y la cuestionada captura junto con él de Joaquín Guzmán López.